Las orquídeas son consideradas como una de las familias más grandes del reino vegetal, la familia orchidaceae comprende entre 25 000 a 30 000 especies repartidas en todos los lugares del planeta donde es posible la vida.
A pesar de ser tan abundantes, a las orquídeas se les ha calificado de raras, exóticas y misteriosas. La abundancia de especies se corresponde con una amplia gama de tamaños y formas. La variedad de sus flores se puede observar en su tamaño, que va desde unos cuantos milímetros, como las Pleurothallis (miniaturas), hasta más de 25 cm, como Sobralia macrantha (lirio de San Juan); además, en la gran diversidad de su coloración, un ejemplo es el lirio de San Juan que puede tener flores moradas o completamente blancas, así como una variedad de tonos entre estos dos colores. Los distintos tipos de orquídeas se reconocen principalmente por la apariencia de sus flores.
Morfología floral
Todas las orquídeas tienen un patrón básico floral. La flor se desarrolla sobre el ovario; la capa más exterior de las partes florales tiene tres sépalos equidistantes, la siguiente capa tiene tres pétalos, dos de ellos (los pétalos dorsales) son iguales entre sí y diferentes al tercero; este tercer pétalo se llama labelo y es modificado que puede adquirir las más extrañas formas, ya que juega un papel muy importante en la polinización. Los órganos reproductores están fusionados en una estructura que recibe el nombre de columna.
Morfología vegetativa
En lo que respecta a su morfología vegetativa, las orquídeas son muy diversas. Así, se tiene la presencia o ausencia de pseudobulbos —que son estructuras de almacenamiento de nutrientes—, de otros tipos de tallos, así como de diferentes raíces y hojas.
Las raíces en las especies terrestres se originan a partir del tallo, cormos o pseudobulbos; en las especies epífitas —plantas que crecen sobre otra planta, generalmente un árbol— nacen de un rizoma —es decir, un tallo de donde se desarrollan nuevos brotes— o de los pseudobulbos, ambos tienen la función adicional de dar soporte a la planta. Las raíces de las orquídeas son altamente especializadas y capaces de captar las partículas de agua del ambiente; también establecen una relación muy estrecha (simbiosis) con hongos microscópicos mediante la cual ambos organismos se benefician. Esta relación simbiótica llamada micorriza favorece el desarrollo de la orquídea y contribuye a su nutrición.
Los tallos en forma de carrizos se encuentran presentes principalmente en las especies terrestres y en algunas epífitas como las del género Epidendrum, Isochilus, Ponera, Pleurothallis. Sus carrizos tienen hojas en toda su longitud o solamente en la mitad superior (apical). Frecuentemente, el tallo se transforma en un largo rizoma que da origen a tallos secundarios.
En cuanto a su tipo de crecimiento, las orquídeas presentan dos tipos básicos: monopodial y simpodial. El monopodial consiste en un solo eje de crecimiento, aquí el rizoma de la planta está cubierto de hojas y casi no se generan tallos secundarios; la consecuencia de esto es que la propagación vegetativa es lenta y la división de plantas tarda. En orquídeas monopódicas las varas florales son producidas en las axilas de las hojas.
En otras esecies, el rizoma se divide cada cierto tiempo, así que tiene más de un eje de crecimiento, éstas se denominan simpódicas; además, el rizoma produce tallos modificados (pseudobulbos) que sostienen a las hojas y a partir de ellos se generan las inflorescencias, nuevos tallos o se prolonga el rizoma.